Héctor Huerga | Entrevista a Fernando Iwasaki
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Entrevista a Fernando Iwasaki

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La librería Albatros de Ginebra suele invitar a escritores latinoamericanos a formar parte de una charla pública. Con la ocasión de la visita de Fernando Iwasaki me osé a entrevistarlo, dicho sea de paso, la predisposición de Fernando fue estupenda. Esta entrevista se llevó a cabo entre la cafetería del Hotel St Gervais y la Librería Albatros, en noviembre de 2007.

 

No tardó mucho en afirmarlo: “A mí me interesa mezclar los géneros, borrar las fronteras formales entre novela y cuento o entre cuento y ensayo, el ensayo y la crónica, la crónica y la novela porque lo que me interesa es escribir libros y a la hora de pensar en un libro en lo último que quisiera pensar es si va a ser un libro de cuentos o si va a ser una novela o un libro de ensayos.”
 
Mientras avanzábamos junto al rio Rhône, el cual divide en dos a la ciudad de Ginebra, confesó su deseo de poder leer algún día el proustiano A la recerche du temps perdu en versión original. En la misma dinámica de deseos realizables comentó que: “…lo que me interesa es escribir libros, y a la hora de pensar en un libro en lo último que quisiera pensar es si va a ser un libro de cuentos o si va a ser una novela o un libro de ensayos. Cuando me citas a Cheever, Carver y estos otros autores te diría y Cabrera Infante, porque alrededor de su nostalgia de La Habana no solamente tiene la novela Tres tristes tigres sino que tiene Habana para un infante difunto, no son memorias, no son ensayos, no es una novela, no es un cuento pero es todo eso y esa hibridez me interesa.”
 
Fernando Iwasaki llegó a España en 1989. En referencia a su desembarco en Sevilla añade “Yo creo que cuando la gente se va de su país… no se va para ser escritor. O no para empezar a decir voy a llevar una vida literaria. Creo que la gente cuando se va más es por decisiones familiares o personales que literarias. Cuando me fui de Perú no me fui pensando que me iba a dedicar a la literatura, de hecho fui persuadido de que iba a seguir siendo un investigador de historia colonial y fueron las circunstancias mientras vivía en Sevilla las que me terminaron de optar por abandonar la historia como carrera profesional y más bien dedicarme a la gestión cultural que me permitía un poco más de desahogo literario. Yo diría que el estar en una sociedad con más estabilidad como las sociedades europeas permite que talentos o inquietudes que tú tengas dejen de ser vocaciones marginales para pasar a convertirse en verdaderas realidades profesionales. A mí, jamás en la vida en el Perú se me hubiera pasado por la cabeza que le iba a dedicar tanto tiempo a la literatura como el que le dedico, y conste que yo creo que le dedico muy poco tiempo porque tengo que pagar mi hipoteca, tengo que mantener mis deudas en paz, la familia y yo. Le dedico a la literatura y a la escritura un tiempo marginal. Estas sociedades son tan estables y te ofrecen tantas seguridades que en ese margen que te queda puedes verdaderamente hacer una actividad literaria. Yo me fui porque era lo mejor para mi familia, para mis circunstancias y yo creo que siempre hubiera tenido una familia como la que tengo, o sea, no me imagino, como muchos otros amigos escritores, que en una decisión muy legítima, ellos más bien prefieren no tener familia o si acaso su pareja, pero ya no se meten en si tener hijos o etc. Porque entonces se te desequilibra el presupuesto del escritor que siempre es precario (…) Yo fui a Sevilla para investigar en el Archivo de Indias. Entonces me dedicaba a la investigación histórica y por lo tanto mi deseo era consultar los fondos del Archivo de Indias. Sevilla es una ciudad que de pronto me reveló muchas cosas, me dio muchísimas más y nunca he querido ir a vivir ni a Madrid ni a Barcelona, que son ciudades a lo mejor más literarias y donde hay más editoriales. Al mismo tiempo tuve la posibilidad de irme a vivir a otras ciudades, incluso de Europa, yo preferí quedarme en Sevilla y creo que fue una decisión acertada.”
 
Su carrera ha ido incrementando en títulos aunque él añada: “Lo que sí es complicado es mantener la continuidad en las publicaciones porque al final eso supone que estás escribiendo y cuando tú tienes familia a plazo fijo e hipoteca numerosa eso es más complicado. A mí me ha ocurrido que en los últimos años no ha dejado nunca de salir un libro, cada año, pero son cosas que yo tengo escritas de hace tiempo, por ejemplo, acaba de salir la reedición de Inquisiciones peruanas que sólo tuve que añadir unos relatos más y tengo inéditos dos libros de ensayos, por lo tanto, si sale algo el 2008 o el 2009 serán cosas que tengo más o menos escritas pero las novelas a mí me suponen un esfuerzo muy largo, también los libros de cuento, Ajuar funerario lo escribí a lo largo de ocho años, si no recuerdo mal el Libro del mal amor duró como unos cuatro o cinco, me ocurrió tres cuartos de lo mismo con Neguijón, al margen de que Neguijón se quedó durante tres años sin que yo agregara nada porque no tenía tiempo de escribir. Los primeros tres o cuatro capítulos los retomé mucho tiempo más adelante. Suscribiría el que algún día alguien sea capaz de establecer esos puentes entre distintos libros, no es una cosa que yo tenga muy marcada pero, por ejemplo, en la novela que estoy escribiendo o mejor dicho en la novela que comencé en septiembre de 2006 y la abandoné en octubre de 2006 hay personajes que aparecieron en Libro de mal amor. Lo voy a rescatar, lo voy a soltar otra vez en otra novela porque me interesa que exista esa relación. Tengo cuentos en donde hay personajes que escriben artículos de investigación histórica que luego resulta que son artículos que he escrito yo pero que están publicados en revistas académicas. Me gustan ese tipo de juegos.”
 
Casi un año después de esta entrevista Iwasaki obtuvo a través de su libro Cuando dejamos de ser realistas el Premio Algaba de ensayo en su sexta edición. Según Ramón Pernas, uno de los jueces, en esta obra de Iwasaki: “Uno de sus grandes aciertos es el lenguaje. Es la obra de un novelista que no pierde nunca de vista el relato histórico. Está escrito con un gran sentido del humor y con ironía, algo poco habitual”. Me viene a la cabeza una frase que oí decir a Guillermo Fadanelli aludiendo al ensayo como un trabajo que, por contundencia, no debía permitir hacer pensar al lector. Iwasaki levanta la montura de sus gafas hasta ubicar el ojo en el centro de la lente, toma unos segundos y responde: “Creo que en un ensayo lo que tú debes propiciar es la reflexión compulsiva del lector… Es bueno que un ensayo sea como cuando tú navegas por Internet, es decir, que estás visitando distintas páginas y de pronto pinchas un enlace, se te abre otra página y lees otra cosa. Pinchas en otro enlace, se te abre otro. A mí me alegra que ahora mismo en literatura y en el cine incluso, se estén rescatando esas maneras de ver la realidad. La película Babel es eso. Hay una última película que acaba de estrenar Robert Redford donde también es otra cosa parecida, es decir, lo que hacía Faulkner, lo que hacía Onetti, lo que hacía Vargas Llosa, lo que hace Rodrigo Fresán en La velocidad de las cosas, en Kensington Garden, entonces a mí me parece que en un ensayo también tienes que propiciar un pensamiento compulsivo para no dejar pensar.”
 
Hubo un lapsus interruptus en la entrevista. El discman donde grabábamos consumió la memoria disponible. Por momentos pensábamos continuar la entrevista otro día, en otro momento. No llegábamos entre las tres personas que allí estábamos a encontrar una solución que hiciera trabajar a la tecnología. “Cuánto más joven sea la persona que encuentres mejor va a responder a los problemas tecnológicos” con ello, Iwasaki afirmaba que sus descendientes dominaban la tecnología con un desparpajo inalcanzable para él. Puso como ejemplo la destreza informática de sus hijas frente a la nulidad personal para comprender las nuevas tecnologías. Apareció Rubén con un nuevo disco. Lo introdujimos con sumo cuidado. Se encendió la pantalla líquida del aparato. ¿Continuamos?
El escritor mexicano Élmer Mendoza mencionó durante un taller de novela que la cualidad de un escritor se podría medir por la capacidad que tuviera éste para mentir. Iwasaki frota sus dedos al tiempo que añade: “Nunca un escritor en la literatura debe decir la verdad, lo que tiene que decir es algo que parezca verdadero, que parezca verosímil. Si escribes una novela histórica la verdad es un adorno, es un complemento de tu novela pero no tiene porque ser así. Juan Gabriel Vázquez, en esta extraordinaria novela Historia secreta de Costaguana, nos habla de la construcción del canal de Panamá, de la relación de determinados personajes de la historia colombiana con Conrad, y lo de menos es que eso haya sido así, lo interesante es como utiliza una serie de fragmentos de la vida de Conrad para presentarte un hecho que es tan verosímil, es tan persuasivo que ya eso lo convierte en literario.”
 
Iwasaki publica en ABC, un reconocido diario de España donde semanalmente contribuye al periodismo que actualmente se hace en Europa. El periodista Julio Scherer y el escritor Carlos Monsiváis ponían en entredicho la imparcialidad de los medios de comunicación. Dilataban el inicio de la imparcialidad en la ostentación por parte de los tres ejes que conforman la prensa de hoy día (autor, lector, ente patrocinador) en el mismo porcentaje de participación. Es decir, mientras la prensa actual siga respondiendo a intereses particulares inalcanzables a los lectores, e incluso, a profesionales de la información, la prensa seguirá respondiendo a intereses comerciales. Iwasaki mece sus cabellos con ambas manos , regresa los codos a la mesa, estira los dedos, gira la nuca hacia donde estoy y responde: “Yo creo que es verdad. Añadiría algo más que ocurre en Europa, porque en Europa además tenemos la concentración de medios y la concentración, digamos, de distintas empresas que forman parte de la industria cultural en holdings que son… llamémosle así, verdaderos consorcios en donde absolutamente todo está en manos de grupos que pueden marcar tendencias. No vamos a hablar de literatura para que no parezca que estamos quejándonos de algo literario pero… Si tú tienes una empresa que tiene un buen periódico, que tiene a su vez revistas de ocio dedicadas a la música, que tiene radios donde se programa fundamentalmente radio fórmula musical, que tiene productoras, que tiene discográfica… Entonces tú puedes perfectamente producir un súper ventas. Y en el mundo editorial exactamente igual. A eso añádele que la mayoría de los medios de comunicación están políticamente posicionados. Eso lo veo en España donde según que periódico compres o que radio escuches estás en un país o estás en otro y a mí eso me alarma porque además la gente no hace el ejercicio de decir voy a comprar dos periódicos que… por lo menos dos que me muestren las dos caras, sino que hay gente que fundamentalmente quiere su periódico para ni siquiera poner en entredicho que sea verdadero o falso lo que está leyendo o escuchando. Yo, al menos, como creo que tengo un poco la condición de marciano, no soy cien por cien español como es lógico, ni me siento cien por cien extranjero, yo, entre seis y media de la mañana y nueve de la mañana escucho tres emisoras diferentes para tratar de hacerme una idea de por donde van los tiros de la realidad y trato de leer dos periódicos mínimo al día y aún así se me escapan matices porque estoy en Sevilla y desde allí hay cosas que simplemente no sabes. Frente a eso, está el tema de los blogs y los periódicos independientes digitales donde muchas veces hay información que complementa y enriquece lo que falta en los otros. Al final, en la industria cultural lo importante es el producto. Todas esas empresas que compiten entre ellas se alimentan mutuamente para que el producto del grupo sea lo más importante. Volviendo a lo que decían Scherer y Monsiváis yo diría que lo menos importante es el autor.”
 
El reloj por decámetro cuadrado que promedia la ciudad de Ginebra nos pone en alerta. Faltan menos de diez minutos para que comience la presentación del escritor en la Librería Albatros. El trayecto consumirá cinco de esos minutos. Antes de regresar Iwasaki a España tras su paso por Suiza le inquiero sobre las últimas elecciones en el país alpino donde la formación política UDC de marcado carácter nacionalista ha ganado las elecciones generales. Uno de los motores que ha generado esta fuerza política ha sido el condicionar la residencia de los inmigrantes en el país a su conducta. ¿Se podría entender esta iniciativa como la punta de un iceberg ideológico que pudiera abarcar mayor extensión en Europa?: “Ya la está alcanzando, es decir, creo que haces bien en definir a este partido sobre todo como nacionalista. Creo que los grandes peligros que amenazan la convivencia europea y en general la convivencia democrática son los nacionalismos. Los nacionalismos se pueden reclamar progresistas o conservadores pero en el fondo lo terrible es que están guiados por un pensamiento que siempre va a ser excluyente, que siempre vas a negar marginación y sectarismo, no puede haber un nacionalismo progresista por ejemplo. Me parece un absurdo. Esto que está ocurriendo en Suiza ocurre en algunos lugares de España, todo esto lo veo con alarma, dicho lo cual, creo que me faltan datos porque yo creo que para mí significa fundamentalmente que todos los individuos debemos ser iguales ante la ley y que la ley nunca debe ser el reflejo del poder sino su límite, pues necesariamente nos tiene que crear un marco en el que la convivencia es armoniosa y posible, que cualquiera que amenace por su conducta delictiva porque proviene de culturas en las que a lo mejor lo maltratos a las mujeres o a los niños son ‘tolerados’ no pueden estar dentro de una sociedad democrática. A mí, como peruano que vive en España, muchas veces me han dicho ‘Oye, los peruanos están robando en las autovías en Barcelona’ o ‘Los peruanos son los que más roban en el metro de Madrid’ y yo creo que son esos peruanos no tengo nada en común, siento que tengo más en común con la gente que cumple la ley, con la gente que no son amenaza para los otros, me da un poco de vergüenza ajena que ocurra eso ¿no? y yo sé que hay muchísimos latinoamericanos que han sido grandes profesionales, personas muy correctas y que han construido también la modernidad de otros países y españoles en Alemania y en Suiza y en Italia y etc. Creo que lo importante es que esos marcos legales sean unos marcos muy razonables, que sean espacios donde verdaderamente se garantice una convivencia y como me falta información yo no sé si hay conductas especialmente antisociales en las que haya un consenso que tenemos que tratar de conjurar. Pero discriminar a otro sólo porque es diferente, eso es una aberración.”
 
La puntualidad se esfuma. Es imperdonable retrasarse más de lo necesario en el país que más invierte en la fabricación de la precisa máquina del tiempo. Antes de levantarnos y recoger el material le pregunto a quién le haría él una entrevista. “A mi abuelo. A mi abuelo que conocí. A cualquiera de mis abuelos. Al abuelo japonés no lo conocí. A mi abuelo materno sí lo conocí pero yo era incapaz de imaginar todo lo que hubiera, todas las cosas que se me pasan por la cabeza que me gustaría preguntar. Y podría meter hasta a mi padre, podría entrevistar a mi padre, parece absurdo pero es verdad, mi padre es un hombre que no quiere hablar de otra cosa que no sea de fútbol.”

 

 

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